Nueva era de abundancia energética gracias al shale y el fracking

La Agencia Internacional de Energía (AIE) prevé que el consumo mundial de petróleo pase de 13.400 millones de toneladas en 2012 a 15.300 millones en 2020, que serían 20.000 millones 10 años después; y advierte que 62% del incremento correspondería a Asia-Pacífico, donde China tendría la responsabilidad por 40% del total.

La demanda global de energía crecería así 35% entre 2012 y 2030, y pasaría de 94 millones de barriles diarios (b/d) hoy a 120 millones b/d en 2040. Agrega AIE que la demanda gasífera se multiplicaría por 2,5 en 2035 (pasaría de 1,8 billones de m3 a 5,1 billones).

AIE espera que Irak responda por 60% del incremento energético de Medio Oriente en los próximos 5 años; e Irak es la cuarta potencia petrolera mundial y produce hoy 3,3 millones b/d.

EE.UU. se apresta a abandonar su condición de importador de energía del mercado mundial; y la participación de la producción importada respecto al consumo doméstico fue de 21% en 2014, tras haber alcanzado a 60% en 2005, lo que implica que el autoabastecimiento se lograría en 10 años. Esta es la razón de fondo por la que el precio del crudo ha caído 38% entre junio y diciembre del 2014 (-US$40).

Por el lado de la oferta, lo que sucede es que los productores fuera de la OPEP aumentan su producción en 50,5 millones de b/d hasta 2020; y 67% de ese incremento proviene de EE.UU.

Es el resultado directo de la explosión del shale gas/oil en EE.UU., que ha desencadenado una era de abundancia energética en el sistema mundial, y ha modificado, en el camino, la estructura de la seguridad internacional.

El islamismo revolucionario (ISIS) está en las puertas de Bagdad, capital iraquí y llave estratégica del Levante; y se encuentra a 100 km de los yacimientos del Golfo (Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos, Qatar), donde están situados 2/3 de las reservas mundiales de crudo; y en estas condiciones el precio del petróleo no deja de caer.

La producción petrolera estadounidense ha aumentado 4,2 millones de b/d (1,4 millones b/d en 2014) en los últimos cuatro años, provenientes en 4/5 partes de las yacimientos de Eagle Ford, Bakken y Marcellus. Los primeros, situados en Texas, produjeron 15.000 b/d en 2010 y treparon en 2014 a 838.000 b/d.

El shale gas en EE.UU. no es un milagro de la naturaleza, sino un producto de la innovación tecnológica, virtud propia de la civilización estadounidense, la frontera del sistema.

La demanda energética china crecería 4,8% anual entre 2010 y 2020, con una elasticidad PBI/ consumo de 0,74 (30 puntos más que el nivel norteamericano); y la demanda de combustibles aumenta 20% por año, arrastrada por un parque automotor de 220 millones de unidades en 2025. El año pasado se vendieron en China 20 millones de automotores.

Por eso AIE sostiene que las importaciones de petróleo en China ascenderían en 2020 a 12 millones de b/d (20% de las importaciones mundiales, que serían 30% en 2030).

La Universidad de Columbia estima que la explotación del shale gas en EE.UU. es rentable con un precio de US$60 el barril, o incluso menos (Eagle Ford, US$40).

Hay un nuevo ciclo de la política mundial tras la crisis 2008-2009; y el poder (fuerza política) es sinónimo de aptitud para adelantarse a los acontecimientos, como la única forma de distinguir entre sombras y fantasmas. Adelantarse al futuro es crearlo, señaló Steve Jobs, y es lo que ha ocurrido con el boom del shale.

El sistema mundial que ha surgido –superintensivo, hiperconectado– requiere más energía que nunca, sobre todo cuando ha estallado en EE.UU. una nueva revolución industrial.

No habría que descartar que en los próximos 5/10 años, EE.UU. brinde otra sorpresa, y reconvierta su abundancia energética en una nueva relación con la naturaleza, que asimile su lógica de reproducción.

El destino de Vaca Muerta/ Cuenca Neuquina conviene colocarlo en este contexto mundial, en el que el largo plazo no es lo que viene después, sino lo esencial del presente.



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